Jueves de la 5ta. semana de cuaresma 2018

Anhelamos el drama, cualquier cosa para animar la monotonía de lo mundano. Sin embargo, este anhelo contradice la necesidad de seguridad y las ventajas de la rutina que generalmente se llevan el día. Nos atrae el riesgo, pero hacemos todo lo que podemos para administrarlo.

Nos atrae el crecimiento y el progreso, pero regateamos el precio. Los acantilados son lugares dramáticos que afilan nuestros sentidos y nos emocionan: sin embargo, siempre hay razones persuasivas para no saltar.

¿Cómo manejar esta contradicción y llegar a la paradoja? El entretenimiento ofrece una solución rápida pero no muy satisfactoria. Hollywood y Bollywood nos alimentan de un buffet de crimen y drama, guerra, romances apasionados y series muy emocionantes. En un buffet bien manejado los platones son repuestos constantemente y nuestro apetito se vuelve a encender de nuevo con la comida fresca. De la misma forma, nuestro consumo de emociones indirectas a través de noticias sensacionales, avisos de desastres naturales, películas y televisión es alimentado constantemente de tal forma que no nos damos cuenta de que nos estamos convirtiendo en adictos. (“No tengo tiempo de meditar, pero como ha sido un día muy duro me gané el derecho a ver un par de episodios de……”).

La vida es dramática porque somos únicos y ningún modelo del futuro nos puede preparar para lo que va a suceder después. La predicción funciona bien para el tiempo, menos bien para la economía y difícilmente para cuando nos enamoramos o cuando el amor parece morir. No podemos predecir cuándo va a despertar la dimensión contemplativa del alma y eventualmente alterar nuestras prioridades y hábitos.

Esto es lo verdaderamente emocionante de la existencia humana, pero generalmente es una transformación más lenta que la que hemos llegado a esperar en una película o una novela fascinante.

El otro día estaba viendo a un niño actuando los dramas intensos de su imaginación en un mundo de su creación. El estaba ajeno a todos los que estaban a su alrededor. Me estaba preguntando qué caricaturas o programas estaban alimentando su mundo interno y turbulento. Tales fantasías son parte de nuestro desarrollo. En la edad media se hubiera imaginado ser un caballero en un torneo de justas o abatiendo a un dragón. Cuando ves a un adulto joven en Islington High Street vestido como un personaje de Matrix y caminando como él, te preguntas hasta dónde la fantasía alimenta la imaginación y hasta dónde canibaliza las fuerzas creativas de la mente.

Sin saberlo, dramatizamos desempeñando papeles creados por nosotros mismos, de gente de éxito, héroes, víctimas, genios no reconocidos, sabios abandonados. Nos encasillamos y por lo tanto dejamos de sorprendernos por las maravillas de nuestro ser y la libertad de nuestro espíritu.

La meditación destroza la cáscara de la fantasía que nos tiene atrapados. Entonces nos sentimos en riesgo, y lo estamos. Nos arriesgamos en la emocionante realidad, al pasar a través del portal. La naturaleza no dramática de la meditación es lo que nos abre a lo maravilloso y asombroso de la forma en que son las cosas en realidad.  

 

Laurence Freeman OSB

Traducción: Guillermo Lagos (WCCM México)

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