Sábado de la 5ta. semana de cuaresma 2018

Antonio del Desierto, el arquetipo de monje del siglo cuarto, una vez mandó llamar a todos sus hermanos. Una vez que estaban reunidos a su alrededor sus palabras fueron pocas: “Siempre respiren a Cristo”.  Recordados de su objetivo de oración continua, regresaron a aplicar su enseñanza en cada momento de su vida.

En nuestros tiempos de estrés hemos olvidado el significado de Antonio y extrañamos la autoridad experiencial de su enseñanza. Pero cuando la soledad ansiosa y el miedo del vacío amenazan nuestro bienestar y cordura, estamos listos a descubrir la sencilla inmediatez de lo que nos enseña la sabiduría del desierto.

Antes de que el mantra se arraigue en nuestro corazón, la respiración consciente, prestar atención al ritmo de inhalar y exhalar, es la forma más sencilla y rápida de recuperarnos de una mente agitada y, como dice Jesús, “poner a descansar sus corazones afligidos y desterrar sus temores”. No podemos lidiar con la ansiedad solo pensando acerca de lo que está causando la ansiedad. El cuerpo es el lugar lógico para empezar.

John Main enfatiza la sencillez. Nuestro cuerpo, no obstante ser tan complejo como el universo, es radicalmente sencillo. En el corazón, centro espiritual y cuarto interior de oración, el cuerpo y la mente se unen. El P. John nos advierte de los peligros de complicar la disciplina sencilla de la meditación si la convertimos en una técnica.

Como todos los maestros de oración, él entendió el papel de la respiración al calmar simultáneamente la mente y el cuerpo y prepararnos para una suave y firme profundización de la conciencia, a lo que llamamos el viaje interior. La respiración liga la mente y el cuerpo.

El no propuso solo una manera de sincronizar el mantra con la respiración; estaba consciente de que algunos hacen la alineación con el ritmo cardiaco. Pero probablemente la mayor parte de la gente dice el mantra con la respiración, ya sea decirlo al inhalar y exhalar en silencio o (si usan maranatha como él sugirió), diciendo las primeras dos sílabas al inhalar y las segundas dos al exhalar.

Si conscientemente divides la atención entre la respiración y el mantra tu meditación se convierte más en una técnica. El propósito de la disciplina es unificar la atención y volverse enfocado. Así que al principio puedes hacer descansar el mantra en la rueda de la respiración, dando atención completa al mantra. Eventualmente el mantra encuentra su propio ritmo en un campo sutil del espíritu. Entonces empiezas a sonarla en forma más dulce y a escucharla más completamente.

En los tiempos espirituales el mantra nos lleva hacia un silencio profundo en donde nos movemos más allá de mi oración, mi meditación, mi experiencia. Cuando nuestra oración se convierte en la oración del espíritu, entonces verdaderamente respiramos a Cristo.

La Semana Santa empieza mañana al enfocarse en el cuerpo mortal de Jesús; pero también en cómo su cuerpo se convierte en nosotros, ya que Cristo se forma en nosotros, y nos convertimos en su cuerpo.

 

Laurence Freeman OSB

Traducción: Guillermo Lagos (WCCM México)

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