Jueves Santo 2018

No solo de pan vive el hombre… Sin embargo, el pan es el primer nivel de aquello que nos da alimento y fuerzas para seguir. Necesitamos asegurarnos de no comer demasiado y recordar a aquellos que están materialmente hambrientos y requieren de nuestra ayuda para encontrar lo que necesitan. La distribución de la comida ejemplifica a la vez salud física y la salud de la justicia en cualquier sociedad.

La Eucaristía fue concebida en el último ritual de Pascua que Jesús compartió con sus discípulos. Con seguridad no se imaginaba las grandes liturgias que se hacen hoy en día en la Catedral de san Pedro o la Catedral de Canterbury. Pero podemos también pensar que es difícil que no supiera que estaba entrando en la vida simbólica del ritual y lo estaba transformando; o que podría darle una nueva expresión incorporándose a él y con aquellos que en el futuro se identificarían con él. 

Desde chico, crecí con la misa dominical y la quise de manera subconsciente. En la adolescencia perdió su significado para mí, al tiempo que se diluía la habilidad de la Iglesia para dirigirse a los problemas a que me estaba enfrentando. Meditar me regresó a la Iglesia y a misa de una manera más significativa y madura. Experimenté y luego entendí que el significado de la Eucaristía es esencialmente el significado de la meditación que practicamos dentro de la fe cristiana. La presencia real está tanto en el ritual como en el silencio del corazón. Esta combinación, para mí, fue explosiva.

El pan y el vino simbolizan el primer nivel de comida, pero no asistimos a la Eucaristía a llenar el estómago (parece que los primeros cristianos eran un poco más alborotados que nosotros, sus tranquilos y pasivos descendientes, bien sentados y acomodados en los bancos, y la celebraban con mucha pasión). La Eucaristía es un símbolo físico viviente y una representación de la presencia real. Pero es también un signo de la vida que podríamos estar viviendo en el mundo si estuviéramos verdaderamente presentes a esta presencia real. Este es el reto, y sólo enfrentándolo ‘la gente regresará a la Iglesia’ (por ponerlo de alguna manera). La Eucaristía no es un club privado con privilegios. Es un testimonio de que no se trata de un club, sino de una comunidad abierta de corazón.

La presencia real de Cristo es radical. Es una amenaza para cualquier estructura de poder construida por los humanos, incluyendo las estructuras cristianas que los laicos y los sacerdotes desempeñan con sus a veces extraños papeles. El ministro de la Eucaristía, no es el sacerdote sino Cristo mismo – una idea normalmente invisible en la práctica pero aun así, una verdad esencial. El mensaje es comunidad más que jerarquía, aunque el ser humano añora la jerarquía y cierta medida de subordinación para sentirse seguro. EL cambio litúrgico, por esto mismo, suele ser el cambio más fuertemente resistido.

Cuando alguien rico o una celebridad comulgan, no piden más pan o un mejor cáliz que el que se comparte con los pobres. La última cena es la primera proclamación de igualdad radical que revoluciona las relaciones entre hombres, mujeres y niños  –  y de la humanidad con el planeta.

Este mensaje es tan real en cada celebración que necesitamos meditar después de la comunión para absorberlo. Para unir y encarnar la presencia interior y exterior.

 

Laurence Freeman OSB

Traducción: Enrique Lavín (WCCM México)

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