Cuaresma 2019: Sábado de la 1er. semana

Sábado de la Primera Semana de Cuaresma: Mateo 5:43-48

Porque él hace brillar su sol sobre malos y buenos, y envía la lluvia sobre justos y pecadores... Sigue leyendo.

La idea de que Dios no castiga ni puede castigar puede ser muy ofensiva para algunas personas. Desafía la idea ampliamente aceptada de justicia en la que los infractores deberían pagar por sus crímenes y los buenos deberían ser galardonados. Esto altera sus representaciones del universo como un sistema moralmente coherente en el que los buenos y malos están en perpetuo conflicto. La verdad es más simple que eso.

Las líneas divisorias entre las personas religiosas se desplazan a lo largo de esta brecha. Un mundo piadoso de recompensas y castigos refuerza la seguridad de aquellos cuya religión juega un papel importante en su póliza de seguro de vida y en su necesidad de seguridad. Todo es claro y simple en esta dimensión, pero llega a depender de un andamiaje de definiciones, reglas y rituales para mantener esta constante visión del mundo. En esta dimensión, excluir a las personas al margen de la sociedad, a los seguidores de otras creencias, o a las minorías sexuales, los hace sentir mejor. En extremos, este tipo de dimensión religiosa bloquea firmemente todo trazo del Espíritu libre y viviente de Dios  — como la fe cristiana que bendijo el apartheid, o las bombas de Napalm y se tapó los ojos ante el holocausto -.

Sacude el andamiaje y parecerá que todo el edificio colapsará. Si te atrapan sacudiéndolo, ten cuidado. La visión de Dios que Jesús encarna, y que la Cuaresma nos ayuda a encontrar, es más desafiante pero evidentemente menos segura.

Espero que a estas alturas ya hayas fallado lo suficiente en mantener la Cuaresma para poder ver a través de este estado mental bidimensional al que todos, al menos parcialmente, estamos unidos. Se piensa que Dios es como nosotros, mientras que el Evangelio considera el destino humano como llegar a ser como Dios. Hay una diferencia importante en perspectiva aquí. Para acoger la realidad más desafiante de un universo multidimensional, tenemos que perforar en varios lugares nuestro propio fariseísmo y nuestra certeza de estar en el lado correcto. Cada perforación, cada fracaso en la vida es potencialmente una ventana a esta visión más expansiva e inclusiva de la realidad, una salida de emergencia de las duras condiciones de la prisión del fundamentalismo y de la dualidad.

 Pero, ¿no nos muestra la Biblia a un Dios que castiga a los malvados (incluso a veces un poco excesivamente quizás)? ¿Y acaso no habla Jesús también en ocasiones sobre el malvado siendo arrojado en un lugar donde habrá llanto y crujir de dientes? ¿Cómo salir de esta situación? Visto de manera impersonal, el universo es un sistema en el que la ley del karma rige: las buenas acciones producen buenos resultados, y por las malas acciones pagas un precio. Pero despiértate más, obsérvate a ti mismo en un universo impregnado por la dimensión espiritual, la mente de Dios. Entonces ves una ley superior al karma.

Esta es la dimensión máxima del amor, a la que podemos despertar — por todos nuestros defectos, quizá a causa de nuestros fracasos —. El karma y el amor coexisten, pero el karma se disuelve en el contacto consciente con el amor. ¿Castiga el padre del hijo pródigo? ¿Puede él hacerlo? Nos expandimos a esta dimensión más grande amando a nuestros enemigos, orando por aquellos que nos persiguen, poniendo la otra mejilla. Todas las cosas ideales e imposibles que somos incapaces de hacer, a menos que nos volvamos «como Dios».

 

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 Laurence Freeman OSB

Traducción: Elba Rodríguez (WCCM Colombia)

 

 

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