9 de febrero 2020

Un fragmento de Laurence Freeman OSB, “Dearest Friends”, Boletín de la Meditación Cristiana, Vol. 30, No 1, Marzo 2006.


La adicción es la consecuencia trágica de una identidad equivocada. Pensamos que esa substancia o esa actividad nos ayudaría a encontrar aquello que estamos buscando. De hecho, resulta ser un demonio que pretende ser un ángel de luz. Nuestra sed de Dios se ha desviado y estamos bebiendo veneno en su lugar. Cuando Cortez, un invasor español del siglo XVI, llego a México les pareció a los Aztecas como la realización de sus profecías religiosas. Le dieron la bienvenida con los brazos abiertos y cuando se dieron cuenta del costo para toda su cultura era demasiado tarde. Siempre nos aferramos a nuestros redentores imaginarios, sin darnos cuenta de que un verdadero redentor no permite que la gente se aferre a ellos. El sanador verdadero permite una relación, pero no permite que se vuelva una adicción. Para los primeros Cristianos Jesús era visto como un médico del alma más que el fundador de una nueva religión. Su significado más profundo —y todos esos niveles de identidad abiertos con la pregunta “¿Quién dicen ustedes que soy yo?”— era encontrado en la libertad que ofrecía a aquellos que aprendían de su gentileza y humildad. Esto era posible especialmente para aquellos que aceptaron el yugo ligero de su amistad.

El rendir esa libertad por otra dependencia es fracasar en reconocerlo a él.

 

Después de la Meditación: Un fragmento de “The Showings: Lady Julian Norwich, 1342-1416” Denise Levertov en THE STREAM & THE SAPPHIRE (New York: New Directions, 1997), pág. 58.

Ella vivió en tiempos oscuros, como lo hacemos nosotros:
guerra, y la Peste Negra, hambruna, conflicto, 
tortura, masacre. Ella sabía
todo esto, ella lo sentía
tristemente, con pena,
conmovida, como los hombres agitan
un trapo en el viento.

Pero Julián, Julián —
me volteo hacia ti: 
te aferraste a la alegría, no obstante
lágrimas y sudor rodaban por tu rostro
como gotas de sangre incontables como gotas
que caen del alero:
agarrado como un acróbata, con los dientes, ferozmente,
a un cable fino como el hilo de una telaraña, tu certeza
de misericordia infinita, atestiguó con 
tus propios ojos, con la vista hacia afuera
en tu espíritu ilimitado —
conocimientos que anhelamos compartir:
el Amor era su significado.

 

Selección: Carla Cooper

Traducción: Guillermo Lagos