13 de diciembre 2020

                                                Image by Jose Miguel Guardeño from Pixabay 

Un fragmento de “Letter Twelve” por Laurence Freeman OSB, en COMMON GROUND (New York: Continuum, 1999), págs. 137-138


Más que nunca, las noticias de estos días nos recuerdan la precariedad de nuestros sistemas políticos y económicos. Para muchos de nosotros, hay una probabilidad razonable que podamos emerger relativamente ilesos, pero hay una gran cantidad a nuestro alrededor, y alrededor del mundo, para quienes estos son tiempos peligrosos y aterradores. En nuestra meditación, estamos no solamente profundizando la paz con la cual podemos enfrentar la impermanencia de las cosas y el caos del cambio. También nos unimos a todos aquellos que sufren tanto como, o probablemente más, que nosotros. La esperanza para el mundo es que aprendamos la sabiduría de estos tiempos y eventos. Encontramos esta esperanza igualmente en experiencias de paz interna y en experiencias de unidad con otros. Si podemos aplicar esta sabiduría, podemos llegar a conocer y nunca olvidar el misterio de la bondad de la creación —no solo desde afuera, objetivamente, sino también desde adentro , porque compartimos en la bondad de Dios nuestra fuente.

 

Después de la meditación, “What the Figtree Said” por Denise Levertov en THE STREAM AND THE SAPPHIRE: Selected Poems on Religious Themes (New York: New Directions, 1997), págs. 67-68

Lo que Dijo la Higuera

¡Mentes literales! ¡Humanos Avergonzados! Sus amigos
se ruborizaban por El
en secreto; no podían admitir que estaban conmocionados.
¡Ellos pensaban que El 
fuera petulante como para maldecirme!- sin embargo ¿como podría el Señor
ser injusto?—así que se voltearon a otro lado,
entonces y ahora.
Pero, Yo sabía que
aunque estaba indefenso y estéril,
había llegado mi día. Serví
a Cristo el Poeta,
quien hablaba en imágenes: yo estaba a mano,
una metáfora para el fracaso para adelantar
lo que está adentro de ellos (como los higos
no estaban dentro mío). Ellos que habían caminado
en Su presencia soleada,
ellos podrían haber madurado,
podrían haber percibido Su sed y hambre,
Su apetito inocente;
ellos podrían haber ofrecido
frutos humanos —compasión, comprensión—
sin que se les hubiera pedido
sin que se mencionara la necesidad.
Mi fruto ausente 
representaba sus corazones estériles. Él maldijo
no a mi, no a ellos, sino 
(orejas que no oyen, ojos que no ven)
su monotonía que retiene 
regalos inimaginables.

 

Selección: Carla Cooper

Traducción: Guillermo Lagos