13 de mayo de 2012

 

Extracto del libro “Monastery Without Walls: The Spiritual Letters of John Main” del capítulo “Self-Will and Divine-Will” (Norwich: Canterbury Press, 2006) Pág. 195-196

San Pablo no dice que hay una luz brillando en nuestros corazones. San Juan nos dice que esta luz es el punto de la consciencia divina, de infinito y puro amor, para encariñarse y adorarla, la luz que enciende a todo el que entra en este mundo. Esto es lo que significa ser humano: la consagración a este único, divino y universal centro de luz. San Pablo y San Juan son testigos de esto. 

Pero nuestra propia experiencia nos debe enseñar que todo y todos somos iluminados por este mismo centro de luz que encontramos dentro nuestro. Debemos descubrir a los demás en nosotros y a nosotros en los demás. Debemos convertirnos en seres reales. El amor divino es el poder que da origen y contención a la creación y al conocimiento.  Nuestros deseos de paz no son vanos porque la experiencia de Dios, en la luz de Cristo brillando en nosotros, nos guía a la paz y nos unifica. Armoniza nuestras fuerzas interiores y satisface todo nuestro deseo más allá de todo lo que podamos imaginar o desear.

 

La vida es la búsqueda de la sabiduría porque la sabiduría requiere que aprendamos a vivir de los recursos de esta luz y energía. Ser sabio es estar en armonía con ella y ser revitalizado por ella. Salirse de esta armonía es descender desde la sabiduría a la mera inteligencia y comenzar a deslizarse por la pendiente que termina en el infierno del no-ser. Este deslizamiento es lo opuesto al proceso de conversión. Cuando alguien está viajando en esta dirección contraria, debe ver todo lo que una persona en conversión ve pero lo ve del revés como una imagen reflejada de la realidad. A donde sea que la conversión nos lleve hacia el amor y hacia más vida, este deslizamiento incrementa solo el egoísmo que minimiza la vida. El amor es creativo; el egoísmo es la muerte. La conversión es compromiso hacia la creatividad del amor… 

Esto es conocido tanto para los individuos como para las sociedades. En ambos, la influencia y el poder no son la prueba de la verdadera creatividad. La única medida digna de confianza es la profundidad de la paz que fluye desde el centro y armoniza todas sus partes en el amor.

 

Después de la meditación: De William Stafford Love in the Country. Stories that could be true  (New Cork: Harper and Row, 1977) citado en The Writer´s Almanac, Thursday, May 10, 2012.

 

AMOR EN EL CAMPO

 

Vivimos así: ninguno sino

alguno de los búhos despierta,

y de ellos sólo los cercanos realmente despiertan.

 

En la lluvia de ayer, los charcos

camino al granero sonaban

sus tragos rápidos.

 

En el extremo del pajar, todo

empapado de luz de luna,

los sueños allí afuera parecían música plateada.

¿Es que hay granjas como esta allí

donde nadie quiere vivir?

¿Y el cielo se va por todas partes?

 

Mientras la tierra rompe el suave horizonte

hacia el este, estudiamos cómo merecer

lo que ya nos ha sido dado.

 

Traducido por Isabel Arçapalo