27 de mayo de 2012

 

 

Extraído de “THE WAY OF UNKNOWING”, “Beyond All Images,” de John Main OSB (Nueva York: Crossroad, 1990) pág. 41-43.

La meditación es una manera de entrar en una inmensurable realidad más allá de toda imagen. El problema que enfrentamos en este viaje es que tenemos que dejar a un lado nuestro ego, que es el primer fabricante de imágenes, muchas de ellas sobre nosotros mismos y, en menor cantidad, imágenes sobre los demás, inclusive imágenes de Dios.

 

Cuando comienzas a meditar, el ego reacciona inmediatamente. Agrupa sus fuerzas amenazadas y te cuestiona “¿Estás perdiendo el tiempo con esto? ¿Qué progreso estás haciendo? ¿A dónde quieres llegar?” Si eres un poco obstinado y continúas meditando a pesar de provocaciones como estas, tu ego probablemente pruebe con otra cosa. Dirá, “Lo estás haciendo tremendamente bien, vas a ser un santo, eres místico por naturaleza…”. Y así el ego comienza a fabricar para ti la imagen de una persona verdaderamente espiritual. Al poco tiempo esa imagen se quebrará y estarás nuevamente donde comenzaste. Hay maneras incontables de desaliento que el ego utilizará  para que pares de meditar, porque el ego sabe precisamente desde el principio que si tú meditas, si vas más allá de toda imagen, hacia la realidad, entonces el ego… estará destronado. Perderá poder.

Ahora, ¿por qué debemos meditar? Pienso en todos nosotros respondiendo a esa pregunta oportunamente de esta manera: en varios momentos de nuestras vidas, todos nosotros quisimos comprometernos con la verdad, comprometernos con Dios. La meditación responde a esa necesidad… Lo que sabemos, pienso, es que todos nosotros hemos tratado, todos nosotros hemos querido orar, y todos nosotros hemos fracasado.

Pero en algún momento llegamos a la conclusión que la sabiduría que recibimos de la tradición contemplativa de la oración es la sabiduría que transforma el fracaso en triunfo. El silencio y la pobreza que experimentamos en nuestra meditación se transforma en auto-autenticación.

Sabemos que no podemos analizar a Dios. Sabemos que no podemos, con mentes finitas, comprender la infinitud de Dios. Pero también sabemos, o al menos tendremos una leve sospecha, que podemos experimentar el amor de Dios en nosotros… Es el conocimiento de la experiencia que nos enseña, también, que las imágenes fabricadas por el ego, ya sean de desesperanza o de santidad, nos traicionarán en algún momento. Ninguna de ellas puede tomarse en serio…

El éxito y el fracaso se rinden ante lo que reconocemos como verdadero a través de nuestra propia experiencia de meditación: muerte y resurrección. Cada vez que nos sentamos a meditar, morimos a nuestro ego y nacemos a través de nuestras propias limitaciones hacia la nueva vida en Cristo. Sabemos que es su vida dentro nuestro, su Espíritu que mora en nuestros corazones, lo que es real y la energía esencial para nuestro crecimiento. También sabemos que sólo podemos descubrir todo nuestro potencial si nos arraigamos a esa realidad, arraigados en ese amor y viviendo de ese poder. Debemos aprender a decir nuestro mantra. Debemos aprender cómo decirlo desde el principio de nuestra meditación hasta el final. Debemos comprender que es la diaria disciplina que finalmente desenmascara al ego. Y desenmascarado, desaparece. No debemos ser impacientes o desanimarnos. Debemos repetir nuestro mantra, con fe, día tras día. El éxito o el fracaso entonces no tendrán importancia. Lo único que sí la tendrá es la realidad de Dios, la realidad de su presencia en nuestro corazón…

 

Después de la meditación: extraído de “SEARCH FOR THE MEANING OF LIFE: essays and reflections on the Mystical experience” de Willigis Jager. (Liguori, MO: Triumph, 1995) pág. 137.

El punto de contacto con Dios es aquí y ahora, porque no hay nada que no pueda ser divino. Aquí y ahora también es el infierno. El cielo y el infierno están separados solamente por nuestro ego. Si podemos abandonar nuestro ego, podremos entrar en el Reino de Dios. No hay rituales mágicos que nos lleven hacia Él, sólo la muerte de nuestro falso ego. Sólo el amor nos da el poder de abandonar todo como para entrar en este nuevo orden de existencia.

Carla Cooper - cmcooper@gvtc.com

Traducido por Isabel Arçapalo