Jueves de la 2ª semana de Cuaresma 2013

A estas alturas la mayoría de nosotros tenemos una sensación pequeña o tal vez fuerte de haber fracasado en nuestras prácticas de Cuaresma. Hicimos alguna promesa que no cumplimos. O hay algo que pudimos haber hecho mejor. Un examen de conciencia ocasional puede ser muy útil para eliminar estos pensamientos negativos que nos llevan en una espiral descendente. Puede también ayudar a romper la auto conciencia que sustenta la división entre ilusión y realidad.

Lo real es que nunca somos perfectos y ningún intento o pretensión nos va a convencer de que somos o podemos serlo. Si la gente nos pone en un pedestal, es su problema. Hay una gran rotación de ídolos y héroes en estos días, para muestra ve los Oscar. Nuestra responsabilidad es ser humildes, lo que significa mantener los pies descalzos en el humus de la madre tierra.

El perfeccionismo, sin embargo, se trepa sobre nuestra limitada humildad. Por lo tanto, tenemos que estar chequeando el virus para mantenerlo controlado, guardando nuestros corazones como decían los Padres del desierto, y combatirlo tan pronto aparecen las primeras señales.

No mantuve mi promesa, mis buenas intenciones se colapsaron, mi meditación es una distracción continua -.

Hay muchas voces e insinuaciones que permiten que el virus resurja otra vez.

Sin embargo, cada sensación de fracaso puede ser convertida y usada para nuestro beneficio. El darnos cuenta de su presencia y eliminarla inmediatamente profundiza nuestro auto-conocimiento, nuestra auto-aceptación, y nuestro auto-control. El enfrentar la realidad pronto nos produce una sensación de libertad y felicidad profunda, la clase de felicidad que proviene de la fuente pura, no la clase de felicidad que nosotros confeccionamos.

Cada vez que nos sintamos atrapados por este sentimiento de fracaso, examínalo para ver si es cierto y entonces - sin importar si es cierto o aún si no estás seguro - ponlo a un lado.  Vivir en la libertad y pureza del desierto significa poner a un a lado esos pensamientos.

Traducido por Enrique Lavin

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