Sábado de la 2ª semana de Cuaresma 2013

Después de varias semanas de lluvia y frío es difícil creer que la tierra se está preparando para su despliegue anual de milagros. Entonces viene un día agradable lleno de sol y colorido; olores familiares regresando a la paleta de tus sentidos, que pensamos habían desaparecido para siempre en el invierno monocromático. Y vemos que el milagro ha empezado y no le gusta que sus primeras manifestaciones emocionantes sean vistas. La naturaleza, si la vemos en términos humanos, puede ser tímida en relación a sus partes más bellas.

 

Tal vez toda esta vida no estaba tan ausente como sugerían las apariencias. Las puntas de un verde provocativo están rompiendo la superficie de la tierra fría donde han estado esperando por ese momento kairos de convergencia cuando lo que no era visible se vuelve visible.  El aire está lleno de al menos un calor latente. Y aún si el mañana recae en un abrazo del duro invierno, sabemos algo ahora que cambia la forma en que lo enfrentemos.

Por un breve instante en nuestros mundos artificiales, los milagros de la tecnología palidecen en comparación con los misterios del cosmos. Nos percatamos que pertenecemos a un mundo mucho más profundo y vasto del que podemos construir con nuestras manos y mentes. Por un momento de gracia, el cosmos corre por nuestras venas.

Sabemos que no obstante en medio de toda esta belleza hay gente que está velando a sus seres queridos, como Steve está hoy en el funeral de Marg en Melbourne, todo está presente ahora, lo visible y lo invisible, lo que está aquí y lo que está a la vuelta de la esquina. Y, como los sabios descubrieron y nosotros repetimos con demasiada frecuencia como un cliché, aunque siempre con esperanza, todo va a estar bien. Es demasiado bello para que fuera de otra manera. Primavera en la Isla Bere, otoño en Melbourne. Todo al mismo tiempo sobre la misma tierra inocente.

 

Traducido por Guillermo Lagos

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