19 de enero 2014

 
PHOTO: LAURENCE FREEMAN
 
 
Un extracto de Fr John Main, “Two Words From the Past,” in THE HEART OF CREATION (New York: Continuum, 1998), pp. 42-44.
 
Los primeros Padres descubrieron muy pronto que uno de los obstáculos que todo hombre o mujer de oración debe vencer es aquel que se describe como acedia. Acedia es un concepto psicológico bastante complejo, pero contiene las nociones de aburrimiento, falta de satisfacción, vació, desesperanza, el estancamiento. Creo que todos nosotros, de alguna manera, estamos familiarizados con estas manifestaciones del ego.
 
De hecho, el concepto de acedia es particularmente moderno. La gente en nuestra sociedad se aburre fácilmente. El aburrimiento nos hace inquietos e inconsistentes en nuestros compromisos, a todos. Igual que los primeros monjes solían escaparse a Alejandría para distraerse de tiempo en tiempo, asi nosotros, en nuestra sociedad laica, estamos a la búsqueda de distracción. Aquellos de nosotros que hemos descubierto el sendero de la meditacion, sentiremos un jalón contrario, a retirar nuestras cabezas del yugo para descansar un poco. Todos buscamos diversión porque nos cansamos de la monotonía del compromisos diario a un peregrinaje que nos prueba con largos periodos de inactividad. 
 
Un hombre joven, recientemente, me vino a ver y preguntó,” ¿Cómo puedes soportar el mirar fuera de tu ventana y ver lo mismo cada dia? ¿No te vuelve loco?” Tal vez la pregunta verdadera debería ser, “¿Cómo es posible ver tanto mirando desde la misma ventana cada dia? Los padres primitivos sabían que el aburrimiento proviene del deseo, el deseo de plenitud o fama, de algo nuevo, de un cambio de medio ambiente o actividad, de diferentes relaciones, de un nuevo juguete, de lo que sea.
 
La oración pura reduce el deseo. En la quietud de la oración, cada vez más quietos, conforme nos acercamos a la Fuente de todo lo que es, nos llenamos de asombro de tal manera, que no hay lugar para el deseo. No es tanto que trascendamos al deseo sino que no hay lugar en nosotros para tal deseo. Todo nuestro espacio se ve llenado por la maravilla de Dios. La atención que se desparrama se ve llamada y absorta en Dios [...]
 
Meditando, dejamos ir el deseo de controlar, de poseer, de dominar. Buscamos en vez ser quienes somos y siendo la persona que somos, estamos abiertos al Dios que es. 
El resultado de esta apertura es que nos vemos llenados de admiración y del poder y la energía de Dios, que es el poder de ser y la energía de estar enamorado. (Y) estando enamorados, es imposible estar aburridos.
 
Después de la Meditación, “The Only News I know,” #827, Emily Dickinson, dominio público.
 
Las únicas noticias que conozco
Son boletines todo el dia
De la Inmoralidad.
 
El único espectáculo que veo
Hoy y mañana,
Si acaso, la eternidad
 
El único que encuentro
Es Dios – la única calle-
Existencia-así recorrida
 
Si otras noticias hubiera-
U otro más admirable espectáculo
Te lo diré.
 
Traducción Enrique Lavin