16 de febrero 2014

 
PHOTO: LAURENCE FREEMAN
 
De John Main OSB, “All You Have to Do is Begin,” WORD MADE FLESH (Norwich: Canterbury, 2009), pp. 52-54. – Todo lo que tienes que hacer es comenzar - 
 
Muchos de nosotros desperdiciamos grandes lapsos de tiempo en… conversaciones banales porque estamos tan aterrados y nos sentimos tan socialmente incorrectos en los espacios de silencio cuando estamos con alguien. Le tememos al silencio cuando estamos solos también y por eso muchas veces vivimos con un ambiente constante de programas de radio o música entubada. 
 
Al meditar, cruzamos el umbral del ruido ambiental y entramos al silencio. Esto es vital para nosotros porque el silencio es necesario para que el espíritu humano sea creativo y florezca. El silencio libera una respuesta creativa a la vida, a nuestro medio ambiente y a nuestros amigos, porque le da a nuestro espíritu espacio para respirar, espacio para ser. En el silencio no tenemos que justificarnos, pedir disculpas o impresionar a nadie. Solamente ser. 
 
Es una experiencia maravillosa de libertad. En el silencio no estas actuando un rol o llenando expectativas. Estas ahí, realizando tu ser, abierto a la realidad. Entonces, en la visión cristiana, te ves sobrecogido por el descubrimiento que la realidad en la que se encuentra nuestro ser es amor. En silencio sabemos que nuestro espíritu es expande en el amor.
 
Aprender a estar en silencio es iniciar un camino. Todo lo que hay que hacer es comenzar. Dar el primer paso hacia el silencio es iniciar el camino de tu vida. Estas aprendiendo dos cosas: primeramente a sentarte quieto, no porque tengas miedo a moverte o por hacer un sacrificio, sino porque en la quietud buscas una unidad de cuerpo, mente y espíritu. En segundo lugar, recitas tu mantra en respuesta al silencio profundo que surge de la quietud.
 
Conforme inicias con la repetición de tu mantra, tomas consciencia de estar ante el umbral del silencio. Esto es un momento crítico para mucha gente, al dejar el mundo familiar de imágenes, ideas, pensamientos y sonidos. No sabes que te espera al cruzar hacia el silencio. Por esto es importante aprender a meditar en una tradición y en un grupo que recibe, transmite y pasa esa tradición.
 
Para nosotros es una tradición que te dice “no temas”. Jesus está en el corazón de una tradición que ve el propósito de la tradición como el estar en la presencia del amor, el amor que vence todo temor.
 
Podría usar todas las palabras en nuestro vocabulario para contarte del silencio eterno de Dios que habita en nuestro más íntimo ser, el silencio de la creación pura. Podría decir que tan importante es ese silencio porque en el escuchas tu propio nombre claramente y sin dudas por la primera vez. Llegas a conocer quién eres. Sin embargo, todas estas palabras no son capaces de describir la experiencia misma.
 
 Una experiencia de la libertad de ser totalmente libre en la presencia creativa de Dios. 
 
Después de la Meditación: Mark Strand, “My Name,” The New Yorker, April 11, 2005  - Mi nombre -
 
MI NOMBRE
 
Una noche cuando el jardín era de un verde dorado
Y los árboles iluminados por la luna surgían como monumentos frescos
En el aire perfumado, y todo el campo pulsaba
Con el chirrido y el murmullo de los insectos
Yacía en el pasto percibiendo las grandes distancias arriba de mi
Y pensaba en que devendría – y donde me encontraría-
 Y aunque apenas existía, sentí por un instante
Que el inmenso firmamento lleno de estrellas era mío
Y escuche mi nombre como por primera vez,
De la manera que escuchas al viento o la lluvia, pero lejos,
Como si no me perteneciera, sino al silencio
de donde vino y a donde iría.
 
Traducción Enrique Lavin