15 de junio 2014

 
PHOTO: LAURENCE FREEMAN
 
 
De Laurence Freeman OSB, “The Light of the Self”, LIGHT WITHIN: The Inner Path of Meditation (Londres: Canterbury Press, 2008) pág. 85-87
 
Si nos sentimos aislados de aquellos que nos rodean es porque estamos aislados de nosotros mismos. Solo cuando sabemos quién somos y por ende podemos ser quién somos, nos podemos comunicar con otros…. (Pero) “Qué es lo que de hecho nos obstruye de nuestro ser real? La meditación nos da una respuesta muy sencilla. No una fácil pero si sencilla. “Nada”. Nada existe entre nosotros y nuestro ser real. Nada, excepto la falsa idea de que hay algo que se encuentra entre ambos. La idea falsa es lo que llamamos el ego. (…)
 
A la hora de la meditación, mañana y noche, nos despojamos de una capa más de auto-conciencia. Primero aprendemos a dejar atrás las ideas. Después en la siguiente capa de conciencia nos desprendemos de la imaginación y dejamos atrás todas las imágenes. Una vez que hemos hecho esto, somos sencillamente nosotros, sin capas y desnudos. Esto es lo que Jesús llamó “pobreza de espíritu”.
 
Es una pobreza de espíritu muy bella. Es un camino muy estimulante para seguir. Si hay momentos en que es difícil no por eso deja de ser feliz, bello y apacible. Es una gran pobreza porque nos libera para poder ver la luz de nuestro verdadero ser y a saber que somos esa luz. El mantra nos lleva a través de las capas de pensamiento, lenguaje e imaginación a la luz pura de la plena conciencia. (…..) El mantra sencillamente es el punto focal que nos guía hacia el centro donde la luz del ser real brilla….conforme continuas meditando es posible que no te des cuenta de que esto está sucediendo….pero no te preocupes y no busques que algo pase. 
(Pero) si perseveras entonces tu vida lenta pero profundamente brillará con esa luz interna… y sabrás que la luz está en todas las cosas.
 
Después de la meditación: Extracto de The  Shvetashvatara Upanishad, tr por E. Easwaran en THE UPANISHADS (Tomales, CA: Niglgiri Press, 1995), pág. 223
 
El Señor del Amor, omnipresente, habitando
En el corazón de todas las criaturas vivientes,
Toda misericordia, voltea todas las caras hacia sí mismo.
Él es el Señor supremo, quien a través de su gracia
Nos mueve a buscarlo en nuestros corazones.
Él es la luz que brilla para siempre.
Él es el ser interno de todos.
Escondido como una llama pequeña en el corazón.
Sólo puede ser conocido por la mente en inmóvil.