21 de setiembre 2014

 
PHOTO: LAURENCE FREEMAN
 
Una Selección de Laurence Freeman, OSB, ASPECTOS DEL AMOR: De retiro con Laurence Freeman (Berkhamstead: Arthur James, 1997), pp. 20, 21, 23. 
 
Se vuelve más y más claro conforme seguimos el camino de la meditación, que la meditación es en sí misma un camino de amor - nada más y nada menos que un camino de amor. Vemos de qué manera tan rica nos podemos ver guiados en este camino de la meditación al entender la dinámica del amor como amor a uno mismo, amor al otro y amor a Dios. Cuando meditamos entramos en una experiencia de estar en casa en que podemos sentir, tal vez por vez primera, que estamos en paz con nosotros, en casa con nosotros y unidos con nosotros...
 
La meditación...no es competitiva. No estamos compitiendo con nuestro desempeño anterior; no estamos compitiendo con nadie más. No competimos con San Juan de la Cruz, no lo hacemos con las demás personas de nuestro grupo de meditacion.
Esto es algo que tenemos que tener presente pues el ego es naturalmente competitivo y naturalmente divisivo. Donde hay división hay competencia, y podemos estar divididos dentro de nosotros, como si estuviéramos compitiendo con nosotros mismos en nuestro propio camino espiritual.
La meditación tampoco es adquisitiva. No tratamos de adquirir nada porque no hay nada en venta. La dinámica de la meditación es no tratar de ganar nada, sino de dejar ir. Es en el perder y el dejar ir que vamos a encontrar todo lo que tenemos, todo lo que nos ha sido dado.
Tiene que darse esta forma radical de dejar ir ya sea que tu vida se vea interrumpida repentina y dramáticamente o en alguna otra manera. Tal vez una enfermedad; tal vez una nueva visión de la vida; tal vez son solamente las fases de nuestra vida que se van desarrollando. De alguna manera tenemos que aprender a dejar ir si queremos vivir la vida libremente. Tenemos el gran regalo en la meditación de ser capaces de dejar ir, en nuestro propio centro, de toda nuestra competitividad y capacidad de adquirir. Lo que parece una prisión se vuelve una escuela; lo que parece enajenamiento aparece como relación. 
 
Después de la Meditación, Wendell Berry, “The Sorrel Filly,” - La potrilla alazana - COLLECTED POEMS: 1957-1982 (North Point Press, 1985), anotado en The Writer’s Almanac  9.20.2014.
 
La potrilla alazana
El canto de los pequeños pájaros se aquietó
En los arbustos, después de ponerse el sol
El aire seco, olía dulce a vara de San José,
Al lado del sendero, las margaritas
Brillan en el crepúsculo. Las cansadas
Voces de unos grillos enhebran el silencio.
Es una tranquilidad que amo. Aunque mi vida
Me hace pasar sordo a ella.
Ocupado con costos y pérdidas
Desperdicio el tiempo que tengo
Para estar aquí – Un tiempo
Bendito más allá de mi desierto, tal como conozco,
Si solamente estuviera consciente.
Las hojas están perfectamente quietas en el aire
Me gustaría que así estuvieran en mi mente
Tan quietas, simplemente espaciadas.
Me acerco y la potrilla alazana voltea desde su pastura
Parada quieta en la pendiente
Como un joven manzano,
Hace una semana la lleve a vender
Y no conseguí el precio,
La regrese a casa de nuevo.
Ahora en el silencio
La veo por un gran rato, contento
De recuperar lo que estaba perdido
A cambio de algo más que dinero.