25 de diciembre 2011

 

Una selección del libro de Laurence Freeman OSB, JESÚS: EL MAESTRO INTERIOR (Buenos Aires, Ed. Bonum). Navidad 2011.

 

El mantra… se recita continuamente sin prestar atención a los sentimientos: “en tiempos de guerra y en tiempos de paz,” como lo leemos en La nube del No Saber: “en tiempos de prosperidad y de adversidad,” como dice Juan Casiano; “desde el comienzo al fin de cada meditación,” de acuerdo a John Main.

Con la práctica, el mantra empuja sus raíces más y más  profundamente dentro de nuestro ser, creando una armonía entre el consciente y el inconsciente. Desciende imperceptible y gradualmente de  la cabeza al corazón.  Decimos el mantra fuera de hora, luego lo sentimos resonar, después lo escuchamos con menor esfuerzo y más atención.

Naturalmente, tenemos días tormentosos o períodos  de sequedad en meditación cuando parece casi imposible recitar el mantra. Buscamos una justificación para sentarnos y meditar. Cuando lo hacemos, el mantra es inmediatamente llevado por las olas de pensamientos y emociones. Pero si perseveramos o comenzamos una vez más, entonces, como la semilla de la parábola que crece en el oscuro vientre de la tierra (sin saberlo, dice Jesús) el mantra nos guiará más profundamente. Con esta profundidad, el gran regalo de compasión y quietud interior necesario para una mejor y más completa atención, para una trascendencia más generosa, se hará más claro, quieto y autoconsciente. El mantra progresará imperceptiblemente a través del Espacio de quietud, entre las olas de pensamientos de la vida interior…

Con el tiempo nos llevará a la auténtica pobreza donde aprenderemos simplemente, a ser. El experimentar esta maravillosa realidad de tiempo en tiempo nos fortalecerá para soportar muchas dificultades y desilusiones a lo largo del camino. Tendremos días de fracaso… Pero a pesar que a veces nos parece retroceder, si hay fe, el crecimiento no se detendrá y en la noche más oscura una luz invisible continuará brillando.

 

“Oración de Navidad” de Oración de Navidad: La Liturgia de las Horas (New York: Catholic Book Publishing, 1976).

 

Dios todopoderoso y Padre de luz,

un niño ha nacido para nosotros y un niño nos ha sido dado.

Tu Palabra eterna ha descendido del cielo

en el silencio expectante de la noche,

ahora Tu iglesia se ha llenado de maravilla

por la proximidad de su Dios.

Abramos nuestros corazones para recibir esta vida

y aumentar así nuestra visión al despuntar el alba,

que nuestras vidas se llenen con la paz y la gloria de Dios,

que vive y reina eternamente.

 

Traducción de Teresa Decker