1 de enero 2012

 

Un extracto del libro de John Main OSB THE BURNING HEART: Leyendo el Nuevo Testamento con John Main editado por Gregory Ryan (London: Darton, Longman &Todd, 1996).

Pues el mismo Dios que dijo “Del seno de las tinieblas brille la luz” la ha hecho brillar en nuestras mentes para iluminarnos con el conocimiento de la gloria de Dios, que brilla en el rostro de Cristo (2 Cor 4:6).

 

Cristo es luz. Él es la luz que da alcance y profundidad a nuestra visión. Él es también, en su conciencia realizada, los ojos con los que vemos al Padre con perspectiva divina.

Sin su luz nuestra visión quedaría atada a la dimensión parcial y nuestro espíritu no podría elevarse sobre sí mismo en la libertad infinita y la claridad cristalina del estado unificado. Nuestra conciencia aunque maravillosa, podría permanecer como mero observador en la periferia, sin haber logrado la unión con su conciencia ni coordinación con su Cuerpo….

Pero la luz que transforma nuestra debilidad, que hace de nuestras limitaciones el crisol en el que su poder se perfecciona, nos ha sido entregada libremente, vertida en nuestro corazón como refulgencia pura por el Padre, pues Cristo es el resplandor del Padre.

La luz que necesitamos para fortalecer nuestra visión no es menor a este resplandor, es la gloria del mismo Dios.

Para aquellos de nosotros que seguimos humildemente el peregrinaje de la oración en esta experiencia de luz, este es el único conocimiento fundamental que necesitamos  (The Present Christ).

 

Después de la meditación, de UNSEEN RAIN: Cuartetos de Rumi, por John Moyne and Coleman Barks (Putney, VT: 1986).

 

Algunas noches, quedaos hasta que amanezca,

de la misma manera como la luna espera al sol.

Sed un balde lleno levantado a través del camino oscuro de un pozo, hacia la luz.

 

 

Traducción de Teresa Decker.