26 de julio 2015

Un extracto de John Main OSB, “Death and Resurrection,” MOMENT OF CHRIST (New York: Continuum, 1998), pp. 69.

La meditación nos empodera porque es una manera de entender nuestra propia mortalidad. Es la manera de poner en perspectiva nuestra propia muerte. Puede hacerlo porque es el camino que trasciende nuestra propia mortalidad hacia la resurrección, a una vida nueva y eterna, la vida que surge de nuestra unión con Dios. La esencia del evangelio cristiano es que estamos invitados a esta experiencia hoy, ahora. Todos estamos invitados a morir a nuestra propia importancia, nuestro egoísmo, nuestras limitaciones. Estamos invitados a morir a nuestra exclusividad. Estamos invitados a todo esto porque Jesús ha muerto antes que nosotros y resucitado de entre los muertos. Nuestra invitación a morir es también para resucitar a una nueva vida, de comunidad, de comunión, una vida plena sin miedo. Creo que es difícil estimar a que le teme más la gente, si a la muerte o la resurrección. Pero al meditar perdemos nuestro miedo porque caemos en la cuenta que en realidad el morir es simplemente muerte al miedo y resucitar es surgir a una nueva vida.

Cada vez que meditamos entramos en este eje de muerte y resurrección. Y lo hacemos porque en la meditación transcendemos nuestra vida y sus limitaciones y entramos al misterio de Dios. Descubrimos, cada quien desde nuestra experiencia, que el misterio de Dios es el misterio del amor, amor infinito, amor que termina con el miedo.

Después de meditar: Ranier Maria Rilke, - Buda en la Gloria - “Buddha in Glory” from THE ENLIGHTENED HEART: An Anthology of Sacred Poetry, ed. S. Mitchell (New York: Harper, 1989), p. 131.

Centro de todo centro, núcleo de todo núcleo,

Almendra encapsulada y creciendo en dulzura–

Todo este universo, hasta las estrellas más lejanas

Y más allá de ellas, tu carne, tu fruto

Ahora sientes como nada se apega a ti,

Tu vasto cascarón llega al espacio infinito,

Y ahí los ricos, espesos flujos surgen y fluyen.

Iluminados en tu infinita paz,

Un billón de estrellas pasan por la noche

Iluminando desde arriba de tu cabeza

Pero en ti está la presencia

Que seguirá siendo cuando todas las estrellas hallan muerto.