23 de agosto 2015

Un extracto de Laurence Freeman OSB, “Dearest Friends,” Christian Mediation Newsletter, Vol. 30, No. 1, March 2006.

Siempre nos aferramos a nuestros redentores imaginarios, sin percatarnos que ningún redentor verdadero permitiría que nos aferráramos a él. "Déjame...todavía no voy al Padre." El verdadero sanador permite una relación pero no deja que esta se vuelva adicción. Los primeros cristianos veían a Jesús como el doctor del alma de la humanidad más que como el fundador de una nueva religión. Su más profundo significado - y todos los niveles de identidad que se abren con su pregunta "¿Quién dicen Uds. que soy yo?" se encuentran en la libertad que les ofrece a aquellos que aprendieron de su amabilidad y humildad. Eso fue posible especialmente para aquellos que aceptaron el suave yugo de su amistad[...]

Los maestros del desierto entendieron que el enfrentarse a la cruda realidad de nuestra ilusión y nuestras dependencias es el fruto de la labor de muchas tentaciones...lo llamaban luchar con nuestros demonios pero sabían que los demonos están dentro de nosotros. Simplemente evadimos la lucha al proyectarlos fuera. La integridad de la persona, nuestra libertad de ser nosotros mismos y de amar a los otros, se perfecciona por las pruebas a las que nos enfrentamos cada vez que nos sentamos a hacer el trabajo del silencio.

Después de la meditación: Rumi, el amigo del alma - “The Soul’s Friend,” THE SOUL OF RUMI: A NEW COLLECTION OF ECSTATIC POEMS, trans. Coleman Barks (New York: HarperCollins, 2001), p. 190.

Escucha a tu yo esencial, el Amigo: Cuando sientes

que añoras, se paciente y

también prudente, moderado en la comida y la bebida.

Se como una montaña en el viento.

¿Ves qué poco se mueve? Hay dulces ilusiones

que llegan para alejarte.

Discúlpate de alguna manera, "tengo

indigestión" o "Necesito encontrarme con mi primo"

Si pescas, el anzuelo con carnada puede costar cincuenta

o hasta sesenta piezas de oro, pero

¿vale realmente tu libertad en el océano?

Cuando viajas, mantente cerca de tu bolsa.

Yo soy la bolsa que tiene lo que amas. ¡Te puedes separar de mi!

Vive con cuidado la alegría de esta amistad.

No pienses, "pero aquellos me aman tanto."

Algunas invitaciones suenan como el silbato que atrae

a la codorniz, amigable, pero no como te acuerdas

de la llamada del amigo de tu alma.