1er. Domingo de Adviento, 29 de noviembre 2015

"CUIDEN QUE NO SE EMBOTEN SUS CORAZONES”. Jesús en el Evangelio de Lucas (21:34).

 

Anticipando el año nuevo secular oficial por poco, el Adviento marca el comienzo del año cristiano. Esto es de poco interés para la mayoría de la gente, por supuesto; pero para aquellos de nosotros que lo notamos, hay una oportunidad de reconsiderar nuestra relación con el tiempo. Sigue leyendo.


El tiempo secular se ha entretejido tradicionalmente con el tiempo sagrado. Secular significa el tiempo dedicado a trabajar para ganarse la vida y sobrevivir y sagrado se refiere a la intersección con el mundo eterno o espiritual o su irrupción en el mundo del trabajo y la sociedad.

Sólo la era industrial hizo la indignidad de que vacaciones pagadas se tomasen como días santos (según la palabra inglesa del mensaje original: “holydays” equivalente a “días santos”, N.T.), los que se redujeron progresivamente hasta que, ahora, prácticamente han desaparecido. Lo que queda - el día de Navidad o el Viernes Santo o de la Asunción en los países latinos - son los restos de las fiestas, pero a menudo sin festejos ni significado.

Esta pérdida del tiempo sagrado ha contraído nuestro mundo y disminuido la riqueza de sus múltiples dimensiones. Crea una llanura donde el tiempo es dinero y las vacaciones ya no son tiempos de ocio, llenos de descanso y potencialidad como el Shabat, sino llenos de actividad y entretenimiento.

Hoy, cuando comienza el Adviento, podemos desafiar eso.

Es por esto que nos beneficiamos al estar al tanto de las fiestas religiosas y los tiempos litúrgicos, tanto en nuestra propia religión como en la de otras personas. Cuanto más sean reconocidos y respetados, menos estéril es nuestro mundo secularizado y se reduce el predominio de los valores materialistas.

Hoy el reloj comienza a correr hacia la Navidad. Tan pronto como se inicia el tictac sentimos una expectativa creciente, que nos recuerda la impaciencia de los niños por la fiesta de los regalos, la presencia de la familia y la comida.

Pero como las lecturas de hoy nos recuerdan, la cuenta regresiva también nos recuerda la mortalidad del tiempo. Los comienzos miran inevitablemente hacia los finales. El nacimiento nos enfrenta a las cuestiones del sentido. "Mantener la muerte siempre delante de tus ojos" puede parecer un extraño consejo para prepararse para un cumpleaños. Pero es el cuadro completo que el tiempo sagrado nos invita a recuperar.

Antes y después de la meditación, en las próximas cuatro semanas, por qué no leer un pequeño fragmento de las Escrituras y un breve pasaje del último boletín de John Main de diciembre 1982 que figura en Monastery without walls (Monasterio sin paredes) que también se publicará en nuestro sitio web www.wccm.org 

Y, como los anuncios comerciales de la Navidad montan su campaña, profundizar la reflexión sobre el matrimonio de lo sagrado y lo secular. Este nacimiento es una unión, no una separación. Esto es a lo que, una vez más, nos estamos preparando y tratando de comprender mejor.

Laurence Freeman OSB

Traducción: Marina Müller

 

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