Sábado de la primera semana de Cuaresma, 20 de febrero 2016

Cuando no estamos en los márgenes, en las “orillas del ancho mundo” somos propensos a la verborragia. Cuando uno empieza a tratar de hablar sobre lo inexpresable llegamos a ser como el predicador que sabe que está dando un mal sermón pero no puede parar. Continúa cavando su propia tumba en un desesperado intento de redimirse a sí mismo y salvar su reputación.


A algunas personas incluso se les paga por hacer esto.

Buda llama a estas personas “retorcedores de anguilas y ocupados en nimiedades”, personas que tratan de convencerse a sí mismos y a otros que el definitivo descubrimiento de la verdad puede ser definido y puede ser discutido. San Agustín dijo ‘si comprehendis, non est deus’ – “si puedes entenderlo, no es Dios”.

En 1 Timoteo , Pablo nos advierte -en su usual estilo apasionado- del quedar atrapados en prestar atención a “leyendas y genealogías sin fin, que promueven discusiones inútiles, pero no sirven para la obra redentora de Dios que opera por la fe”. El objetivo de la enseñanza no es tener más reuniones y discusiones interminables sino “el amor que procede de una mente limpia, de una conciencia recta y de una fe sincera” (1:4)

Sobre este tema especialmente, mejor mantengo breves mis comentarios. Repite tu mantra. John Main dijo: dí tu mantra, mantente contento de decirlo y vive abiertamente las consecuencias de repetirlo”.

 

Traducción: Javier Cosp Fontclara

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