6 de marzo 2016

Extracto de John Main OSB, THE HEART OF CREATION: Meditation: a way of setting God free in the world (Norwich: Canterbury, 2007) pág. 10-11


La meditación y el constante regreso a ella, cada día de tú vida, es como abrir el camino hacia la realidad. Una vez que conocemos nuestro lugar, empezamos a ver todo bajo una nueva luz porque nos hemos convertido en quienes somos en realidad. Y al convertirnos en quienes somos, podemos ver todo como es y por lo tanto vemos a todos los demás como son en realidad…. Y no es poca cosa el entrar en la realidad, volvernos reales, convertirnos en quienes somos, porque en esa experiencia nos liberamos de todas las imágenes que constantemente nos incomodan. No tenemos que ser la imagen que alguien tiene de nosotros, sino simplemente la persona real que somos (….)

La meditación es demandante. Debemos aprender a meditar sin importar si queremos o no, si está lloviendo o nevando, o el sol está brillando… o qué clase de día tuvimos. En la visión Cristiana de la meditación, una perspectiva ganada de las palabras de Jesús, encontramos la realidad de la paradoja que enseña: Si queremos ganar nuestra vida debemos estar preparados a perderla. En la meditación, eso es exactamente lo que hacemos. Nos encontramos porque estamos preparados a perdernos, a lanzarnos a las profundidades que parecen las profundidades de Dios. (…) Reflexionen sobre estas palabras de San Juan: Dios es luz y en Dios no hay oscuridad en lo absoluto (Juan 1:5) Somos llamados a entrar en la luz y dejar atrás completamente la oscuridad. El camino a la luz es el camino de la humildad en silencio, el camino del mantra.

Después de la meditación: Tom Hennen, DARKNESS STICKS TO EVERYTHING: Collected and New Poems (Port Townsend: Copper Canyon Press, 2013) pág. 108

 

Primavera Temprana en el Campo

La voz del cuervo que se filtró a través de las paredes de la granja hace un sonido como un motor oxidado en marcha. Nubes en un viento que sopla fría y suavemente. Abetos plantados en línea en el lado sur de la casa tejen y arañan el aire. He caminado a un campo lejano, a una cerca hecha de rocas en donde me sorprende ver lodo suave en este crudo día. No hay huellas nuevas en el lodo, solo césped seco entre las piedras, una arboleda sin hojas en la distancia, el cielo azul fino como una cáscara de huevo con una pequeña rajada de gansos que corren a través de ella, sus voces débiles y casi preocupadas como desaparecen en la división que al fin ha abierto el corazón frío del invierno.

 

Traducción: Guillermo Lagos