17 de abril 2016

De John Main OSB, “Growing Point”, THE HEART OF CREATION (New York, Continuum, 1998), págs. 105-107


Arrepentirse significa simplemente voltearse en dirección a Dios. Arrepentirse no es tanto alejarnos de nosotros (porque eso nos mantiene quietos y atados a nuestro centro) sino más allá de nosotros. Esto no significa rechazarnos a nosotros mismos, sino encontrar nuestro maravilloso potencial conforme vamos entrando en armonía plena con Dios. Nuestra conciencia de este potencial es el fundamento positivo de la Cristiandad y, por lo tanto, para nosotros, nuestra preocupación central no es ni el yo ni el pecado. Nuestra principal preocupación y realidad es el amor y el crecimiento en el amor. Y el crecimiento consiste en nuestra apertura a recibir y devolver ese amor.

El Reino ya está establecido. La fe y la obediencia nos enseñan a darnos cuenta de esto. Y aceptamos las consecuencias prácticas del trabajo de la comprensión. Aprendemos a estar en silencio y amar el silencio. Cuando meditamos no buscamos mensajes o signos, o fenómenos extraordinarios. Cada uno de nosotros debe aprender a ser humilde, paciente y fiel. La disciplina nos enseña a estar quietos, y a través de la quietud aprendemos a vaciar nuestro corazón de todo lo que no es Dios, porque Dios requiere todo el espacio que nuestro corazón ofrece. Este vacío es la pureza de corazón que desarrollamos al decir nuestro mantra con absoluta fidelidad… Respondemos absolutamente al volvernos sencillos.

Después de la meditación, de “Praying” en THIRST: Poems by Mary Oliver (Boston: Beacon Press, 2006) pág. 37

Orando

No tiene por qué ser

el iris azul, pueden ser

hierbas en un solar vacío, o unas pocas

piedras pequeñas;

solo pon atención, entonces remienda

unas palabras juntas y no trates

de hacerlas muy elaboradas,

este no es un contexto

sino la entrada hacia las gracias,

y un silencio en el cual

otra voz puede hablar.

 

Selección: Carla Cooper

Traducción: Guillermo Lagos