15 de enero 2017

Fragmento de “Dearest Friends” de Laurence Freeman, Boletín de WCCM vol. 35, 1 Abril, 2011


En la actualidad, la incertidumbre y la gran interconexión de los sistemas globales—de alimentos, suelo, agua, hasta la biodiversidad y el sistema financiero—nos confrontan con la necesidad de lo que Simone Weil llamó “la nueva santidad”, tan necesaria para el mundo actual como una ciudad atacada por una plaga necesita doctores. El uso que hace de la palabra santidad puede ser que desanime a muchos hoy en día. Sin embargo, muestra como las viejas palabras familiares de nuestro vocabulario religioso –cubiertas de polvo por el paso del tiempo---pueden ser rehabilitadas, recargadas con su poder original para abrir nuevas formas de percepción. Su “nueva santidad” es la integración de un conocimiento explícito en la universalidad e inclusión en el mundo y todos sus habitantes. Es nueva y sin embargo ha estado tratando de salir plenamente: no existe algo como Griego y Judío, esclavo y hombre libre, hombre y mujer; porque todos son una persona en Cristo Jesús (Gal 3:28)

Este conocimiento característicamente Paulino avienta en la misma olla lo social y lo místico. Como el mismo Jesús, debilita todas las estructuras de poder por medio de las cuales las diferencias entre las personas se elevan a un nivel absoluto—la casta, la clase, los sistemas religiosos, económicos o culturales en los cuales vivimos localmente. Confronta los ambientes seguros de lo local con las inquietantes vistas de lo global en donde los horizontes se colapsan hacia adentro. Como van cayendo, lo universal emerge—siempre más como una forma de percepción que un objeto de percepción. (….) Estar “en Cristo” nos manda de vuelta al mundo de una forma nueva con una visión y entendimiento renovados. Nos da una nueva forma de vivir en el mundo, liberado de las viejas compulsiones, de la adicción a la violencia, y los patrones repetidos de opresión y explotación.

El reto para un Cristiano contemporáneo… es no tratar de resolver el problema tratando de bautizar a todo el mundo. (…) El significado de la misión para el Cristiano moderno ha cambiado por la forma en que el mundo ha cambiado y hacia dónde se dirige.  Quienquiera que participe en la solución de una crisis emerge de ella cambiado.  La identidad Cristiana también evoluciona—es enriquecida y elevada de hecho—cuando arriesgamos nuestra fe en un encuentro real con los problemas del mundo. Estar por encima de la refriega, juzgando desde una posición de superioridad es terminar con una mentalidad de fortaleza, un fundamentalismo y un exclusivismo que eventualmente destruyen la fe porque erosionan la compasión. Solo si nos enfrentamos al mundo y a nuestros hermanos y hermanas en la fe podremos evitar la desesperación y la catástrofe y ayudar a mover la crisis hacia la esperanza y el cambio positivo.

 

Después de la meditación: “One Song” de  THE SOUL OF RUMI (New York, HarperCollins, 2001), pág. 47

Lo que es adorado es uno, así que la adoración es una también,

muchos jarros siendo vertidos

en una gran pileta. Todas las religiones, todo este cantar, una sola canción.

Las diferencias son solo ilusión y vanidad.  La luz del sol

también parece ligeramente diferente

en esta pared que en esa otra y muy diferente

en aquella otra, más sin embargo una sola luz.

Hemos tomadas prestadas estas vestiduras, estas

personalidades de tiempo y espacio, de una luz, y cuando alabamos,

las volvemos a verter.

 

Selección: Carla Cooper

Traducción: Guillermo Lagos