Lunes de la 3ª semana de Cuaresma, 19 de marzo 2017

Una de las gracias de la Cuaresma es la oportunidad de crecer en auto-conocimiento a través del ejercicio de la voluntad, con un nivel de riesgo relativamente bajo. Por ejemplo, decidiste hace dos semanas renunciar a algo, desprenderte de algo y hacer más oración o hacerla con mayor fidelidad. Sigue leyendo.

Si eres un oficial de la marina, no tendrás ninguna dificultad en conservar este régimen. Si no es así, es posible que tengas una voluntad más o menos bien entrenada. Es posible, por tanto, que hayas tambaleado o decaído. Es la manera como haces frente a lo que será la ocasión para profundizar el conocimiento propio.

Probablemente no sea la mayor crisis moral de tu vida si decides, en un momento de debilidad, tomar una copa de vino, comer un postre o pasar por alto la lectura diaria de Cuaresma, si alguno de éstos fue tu ejercicio ascético elegido. Lo que importa es cómo lidiar con el fracaso de la voluntad y si vuelves a empezar nuevamente.

Un joven meditador con un enfoque muy moderno de la disciplina, saludable y libre de culpa, me enseñó esto. Él cree firmemente en la meditación y sabe cómo le ayuda en todos los niveles. Él observa cómo, mediante la disciplina cotidiana, la gracia se construye silenciosamente en la naturaleza. Me sorprendió cuando me dijo que había abandonado la práctica por una semana. Le pregunté por qué. Dijo que había luchado con su meditación porque no podía deshacerse de sus expectativas y demandas ni del autoexamen de su progreso. Esto fue lo que lo retrasó. Sabía que debía dejar todo de lado, pero no pudo. Sabía que la meditación se trata del desapego, por lo que decidió practicar el desapego hacia la meditación durante una semana. Él pensó que era una idea genial y, para él afortunadamente, parece haber sido. Los padres del desierto dijeron que no debíamos hacer el camino para liberarnos de las pasiones en una pasión.

En primer lugar, tuvo una semana muy difícil sin la meditación, lo que le enseñó lo necesaria que es la meditación y el hermoso regalo que representa para él. Sentía que los viejos patrones de ansiedad e irritabilidad regresaban y la sensación de conexión se debilitaba en todos los frentes. Esta sensación de conexión es la medida del significado en la vida de cualquiera. Surge de la conexión entre nuestro yo superficial y nuestro yo más profundo, de la conexión a los cercanos a nosotros y luego a los que encontramos como extraños o incluso como enemigos. Después de esta semana de turbulencia reanudó su meditación y encontró, como él había esperado, que podía practicarla ahora con más desprendimiento y midiendo menos ansiosamente los resultados.

John Main también renunció a la meditación por completo, aunque por razones diferentes y por más tiempo. Estaba obedeciendo a su maestro de novicios que no entendía esta forma de oración. Pero cuando regresó a ella, después del redescubrimiento de su propia tradición, dijo que regresó a la meditación "en los términos de Dios, no los míos".

Estos ejemplos señalan la cuestión del yo, a través de personalidades y circunstancias muy particulares, que quizás deban ser aprendidas más que imitadas. Esta es la cuestión central para cualquier camino espiritual. ¿Quién (realmente) soy yo? Y esta pregunta es iluminada por nuestra experiencia del deseo y la voluntad que normalmente identificamos con la libertad. Ser libre es hacer lo que queremos, ¿verdad? Por lo tanto, la pregunta "¿quién soy yo?' también expresa “¿qué significa ser libre?” Vamos a seguir explorándolo durante la tercera semana de Cuaresma.

(Si te caíste, ¿por qué no empezar de nuevo?)

 

Traducción: Elba Rodríguez, WCCM Colombia

 

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