Lunes de la 4ª semana de Cuaresma, 27 de marzo 2017

La imaginación cristiana distinguió el relato bíblico del Éxodo como un símbolo de la Cuaresma; los cuarenta años que los israelitas vagaron en el desierto con Moisés como su GPS. Con frecuencia los israelitas se rebelaban. Primero anhelaron la comida que habían dejado atrás y hallaron que su dieta del desierto era insoportablemente aburrida. Sigue leyendo.

Entonces, cuando Moisés desapareció en la montaña dentro de la nube del no-saber para hablar con Dios y recibir los Diez Mandamientos, se sintieron abandonados y solitarios.

Aunque se quejaron incesantemente de su destino y culparon a Moisés por todo, cuando Moisés se fue, quedaron sin líder y confundidos. Su brújula interior perdió la dirección. Aarón, uno de los falsos líderes de esos que están siempre a mano cuando las personas se ponen impacientes, los llevó hacia la dirección equivocada. (Los que optaron por quedarse o por salir en el cisma Brexit en Gran Bretaña estarían en desacuerdo sobre cómo aplicar esta historia a su situación actual). Tal vez Aarón sentía que tenía que hacer algo y que no tenía el carisma de Moisés para mantener estables a las personas. Por alguna razón hizo lo espantoso, lo que los israelitas siempre estaban dispuestos a hacer cuando las cosas se ponían mal. Los acercó a dioses falsos. Les pidió que entregaran sus joyas de oro para derretirlas y moldear un becerro de oro. Esto sugiere cuánto estamos dispuestos a sacrificar por el falso consuelo que ofrece la ilusión.

Después de haber hecho el nuevo ídolo comenzaron a adorarlo, pero pronto se convirtió en el culto a la diversión. Esto hace que la televisión sea buena si los censores lo permiten. Tal vez demuestre que lo que realmente queremos cuando estamos desesperados no es un dios, sino entretenimiento. Nuestra propia cultura se ha centrado menos en la idolatría, a pesar de que absoluticemos muchas cosas tontas y creemos celebridad como una alternativa a la santidad. Más bien se trata de entretenernos continuamente con lo que nos estimula, nos centellea o nos distrae. Nos quedamos despiertos hasta tarde en la noche atiborrándonos de entretenimiento. No podemos hacer un viaje corto en tren sin ver una película y sin comer un refrigerio. Y por supuesto, alimentamos a nuestros niños con una dieta de distracción animada proporcionada por varios dispositivos electrónicos.

Esto es comprensible y también perdonable. La sabiduría necesaria para la supervivencia está en perdonarnos a nosotros mismos por nuestras propias estupideces. Simone Weil dijo que el consuelo es el único recurso de los afligidos. Perder el rumbo, sentirse abandonado, haber perdido a nuestros buenos líderes y sentir que incluso Dios nos ha dejado es estar gravemente afligido. El único problema es que este tipo de consuelo es ilusión y la ilusión corroe los fundamentos mismos de nuestro sentido de nosotros mismos. Al tratar de escapar de la oscuridad, se abre el abismo. Esto conduce a un trastorno de la psique y al caos en la comunidad.

De vez en cuando, todos encontramos la fidelidad aburrida. A menos que estemos motivados e inspirados por alguna fuente auténtica, estos momentos de debilidad nos llevan a anhelar la variedad como un fin en sí mismo. Nos impacientamos. Perdemos la esperanza de que la fidelidad al camino que estamos siguiendo producirá la riqueza y deleite, lo cual, en otras ocasiones, creemos que hará. Esta debilidad en la naturaleza humana es también una fuente de fortaleza. Pero es un defecto de diseño en todo lo que hacemos que necesite paciencia, fidelidad y compromiso, desde decir el mantra al matrimonio, desde ver un proyecto hasta su culminación, o hasta esperar a que Moisés regrese de la montaña.

Traducción: Elba Rodríguez WCCM Colombia

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