17 de septiembre 2017

                                                         Photo via Visual hunt

Un fragmento de Laurence Freeman OSB, Meditation” en JESUS THE TEACHER WITHIN (London: Continuum, 20000, P. 210)


Uno de los frutos de la meditación es el regalo del discernimiento. Discernimiento sobre lo que los medios nos están haciendo y diciendo, acerca del momento en que debemos apagar la pantalla. Al crear un espacio de soledad a través de la práctica diaria, la meditación protege la dignidad de la privacidad individual. Como consecuencia, también desarrolla valores sociales de libertad personal y participación responsable en el proceso de toma de decisiones de la sociedad. La pasividad y el fatalismo que la saturación de los medios puede crear es desafiada por la meditación, aunque sea solo porque la gente sabia es más difícil de engañar.

Meditamos en este mundo. Nuestra decisión de meditar representa un compromiso para participar en forma responsable aún en un mundo que está enloqueciendo. Entrena nuestro discernimiento y limita la intolerancia. Nos enseña fidelidad a la comunidad del Ser verdadero, por lo que protege la dignidad humana. Cada vez que nos sentamos a meditar cargamos con nuestro bagaje personal y el del mundo y lo llevamos al trabajo de la atención. Es una forma de contribuir al mundo del que formamos parte y contribuimos a su bienestar. Precisamente porque es una forma de liberarnos de nosotros mismos, la meditación nos ayuda a reconocer y compartir la carga de la humanidad.

 

Después de la meditación: “True North” por Anna Lightfoot en IRON STRING (Mommouth, O: Airlie Press, 2013), pág. 67

NORTE VERDADERO

Tú eres el primer compás, eres la aguja y la piedra, el agua y la cubeta. Tú eres el remolcador de las millas, la fuerza que voltea, y tú al fin la seguridad que sigue tú propio punto de plata. Eres la vela arriba de la pequeña embarcación, su ángulo y su deriva, la noche y la obscuridad de los vientos. Tú eres la cabeza doblada, el dar y cesar, eres el tejido brillante y la bondad de las manos.

Tú eres todas las ciudades y todas las calles, eres el velador y el joven pastor también, eres el miedo agudo, tú eres el corazón, llegando desarmado. Muchas cosas son ciertas, y esta es una:

Tú estabas ahí, en el árbol grande en la mañana. Tú eras quien mirabas el tiempo verde pasar. Tú estabas y estás ahí durante toda la canción.

 

Selección: Carla Cooper

Traducción: Guillermo Lagos