Cuaresma 2012. Lunes de la primera semana de Cuaresma

"Entonces ellos también responderán: 'Señor, ¿Cuándo Te vimos hambriento o sediento, o como extranjero, o desnudo, o enfermo, o en la cárcel, y no Te servimos?' (Mt 25:31 y siguientes)

 

Lo que importa al final es lo que hacemos, no lo que creemos que estamos haciendo. Mucha gente religiosa piensa que su deber es defender a Dios de los impíos pues creen saber mejor quién es Dios.

Pero ¿y si Dios se encuentra escondido en el otro? ¿Si el nombre de Dios es innombrable, inmerso en su propio silencio, unido con nuestros nombres humanos? ¿Cuándo Te vimos…? No te nombraste a ti mismo… No te reconocimos.

El nombre se descubre en el otro pues Dios nunca está separado, estamos en el terreno de quien no es un ser que puede ser etiquetado.

Solo al entrar en el silencio – silencio es quitar el foco de atención de nosotros y proyectarlo a lo desconocido – podemos encontrar este otro. Los cristianos ocupados pueden olvidarse que alimentar al hambriento, vestir al desnudo y aceptar al extraño es un trabajo de silencio una vez que nuestra atención está realmente en aquellos a quien servimos, no en nosotros ni en las instituciones atrás de nosotros. En el silencio de ese amor, cada cual, el que recibe y el que entrega, le revela a Dios al otro. Y cuando esto sucede, esas frías etiquetas desaparecen.

Solo encontrando al otro podemos encontrarnos a nosotros mismos.

El otro puede ser amenazador: diferente color, comida, lenguaje, vestido o costumbres. Pero, si al contrario, nos sentimos atraídos al otro, podemos temer caer en su otredad y ser absorbidos o simplemente rechazados.

No hay dolor más duro que el exilio emocional del rechazo. No hay alegría más grande que cuando el otro nos sonríe desde su corazón, nos reconoce y nos busca. Dios no es una alternativa al riesgo y dolor de las relaciones humanas. Es la otredad íntima del terreno común en que nos conocemos y con penas aprendemos a amarnos unos a otros.

"El entonces les responderá: 'En verdad les digo que en cuanto ustedes no lo hicieron a uno de los más pequeños de éstos, tampoco a Mí lo hicieron.'

Laurence Freeman OSB

 

Traducción de Enrique Lavin

 

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