17 de diciembre 2017

                                                Photo by zoxcleb on Visualhunt.com / CC BY-SA

Un fragmento de Laurence Freeman OSB, “Letter One” WEB OF SILENCE (London: Danton, Longman, Todd, 1996), págs. 14-17


El Nuevo Testamento naturalmente asocia paz y alegría como una expresión de una vida centrada en Cristo. Como es peligroso con todos los vocabularios, estas palabras con frecuencia se han vuelto parte de la jerga Cristiana. Hablamos de la paz, del amor y la alegría y de los frutos del espíritu porque son cosas que deberían caracterizar nuestra vida juntos, sin embargo, rara vez lo hacen. Ni pueden, a menos que el viaje al centro haya pasado de lo externo a lo interior. La meditación es el camino a la paz porque nos ayuda a seguir adelante, más profundo, hacia el centro interior del corazón en donde todas las ilusiones, de pertenencia y auto-engaño que nos bloquean de la paz se disuelven. Debido a que con frecuencia tendemos a racionalizar nuestros deseos y prejuicios necesitamos un camino como la meditación que nos conduzca a una forma de percepción más profunda que la razón. (….)

Nunca encontraremos paz en medio de nuestras preocupaciones y problemas si queremos pasar por ellos a base del pensamiento. El pensamiento es un laberinto falso que siempre regresa al mismo punto de partida. La oración es el verdadero laberinto que nos lleva más profundo que el pensamiento y nos guía a la paz que “pasa todo entendimiento”. Nuestra mayor dificultad es soltar nuestras ansiedades, lo que atestigua de la resiliencia negativa del ego. Sin embargo, es tan fácil. Solo tenemos que entender la naturaleza verdadera de la meditación: no estamos tratando de pensar en nada, sino que no estamos pensando. (…)

En muchos laberintos antiguos, había un monstruo que se encontraba en el centro, una cosa que inspiraba miedo y amenazaba la vida. Los laberintos Cristianos posicionaban a Cristo al centro de todas las vueltas y entuertos de la vida. En Cristo encontramos, no miedo sino aquello que disuelve el miedo en la certeza final y fundamental del amor. La meditación es el trabajo del amor y es por amor, no por pensamiento, que Dios es finalmente conocido: el conocimiento que salva es el conocimiento del amor.

 

Después de la meditación: “Prayer to Our Lady of Guadalupe”, Jane Deren en GIVE US THIS DAY (Cllegeville, MN: Liturgical Press, 2015) December 2015, pág. 11

Nuestra Señora de Guadalupe,
oh, Señora morena de las Américas,
ven otra vez a traernos rosas
de compasión, justicia y paz.
en la mitad de nuestro invierno,
confiere tu amor a los marginados,
y danos tu regalo de ver la dignidad
en el menor entre todos nosotros. Amen
 

Selección: Carla Cooper

Traducción: Guillermo Lagos